Hace sólo pocos días, me senté junto a una de las mujeres de mi grupo Llegando a ser Uno, para conversar sobre su nueva relación. Karina empezó a frecuentar al grupo el año pasado. A sus treinta años, ya llevaba mucho tiempo en el que había perdido la esperanza de casarse, pero Dios tenía otros planes. Durante los dos últimos años, pasó por un tiempo de preparación, durante el cual realmente encontró el amor de Dios y empezó a trabajar en su crecimiento personal y en cómo llevar a su relación con Jesús a un nivel más profundo. Mientras participaba en el grupo, su historia empezó a cambiar. Su vida ya se encontraba en un proceso de transformación en el que aprendió a orar fervientemente, esperar y confiar. En el grupo, encontró a personas con quienes podía hablar y que orarían por ella debido al lugar resquebrajado en el que se encontraba. Ella también invitó a otras mujeres para que se unan al grupo y esto nos reveló que una pasión y avivamiento estaban naciendo en ella. Poco a poco empezó a tener esperanza en que Dios tendría un hombre maravilloso para ella en tanto llegara a ser uno para él, encontrando sanidad espiritual y su plenitud.
Mientras estábamos sentadas, ella me contó cómo mi historia le había impactado y ayudado a pedir a Dios porque se haga su voluntad en su vida amorosa. Ella conoció a un caballero interesante a través de uno de sus buenos amigos pero nunca sintió nada romántico hacia él, así que permanecieron sólo como amigos. Pero él no se dio por vencido e intentó conquistarla hasta el mes pasado, que fue cuando decidió que ya había hecho demasiado y que tenía que dejarla ir. Durante este tiempo, Karina se dio cuenta que tenía que poner a este hombre en las manos de Dios, así que hizo una sencilla pero muy sincera oración desde lo más profundo de su corazón. Era una oración muy parecida a la que yo había hecho cuando apenas empezaba a salir con mi esposo. ...
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